viernes, 5 de marzo de 2021

   LECCION DE VIDA

 

 

 

   ¡Que impotencia

    Dios mío

    que impotencia!

 

    Mientras me encuentro

    confinado en mi casa

    coartada mi libertad,

    me siento preso sin cárcel

    ave, sin aire en que volar,

    o pez que se ahoga

    en su propia agua,

    tratando de nadar y nadar.

 

   ¡Que impotencia

    Dios mío

    que impotencia!

 

    Impotencia del ser humano

    que creyéndose estar

    en el pico mas alto,

    mira hacia arriba

    y en un solo asalto,

besa la lona

   y así se desploma

   fatal batacazo.

 

 

Que lección tan magistral

nos ha dado el Gran Supremo

que nos pone en el extremo

de un precipicio abismal,

sin arnés que evite luego

este trágico final.

 

 

¡Que impotencia

Dios mío

que impotencia!

 

Cuando veo

que algo tan frágil

tiene en jaque a la humanidad

sin distinciones, de color o de sexo,

sin dar razones, sin caridad.

 


Ahora, cuando lo echamos en falta

nos acordamos de ese abrazo

que nunca valoramos al alza,

y que un día, nos dejamos de dar.

¡Que pena, Dios mío

y que ignorancia

que nunca sabré valorar!

 


Que sensación tan extraña

no la puedo asimilar

en mi casa, en mi propia casa

que tanto me gusta disfrutar

barrotes de aire me impiden

salir a ese mundo, y poder respirar.

 


¿Como un palacio

puede ser cárcel

por algo tan nimio, tan fugaz

capaz de poner en jaque, con dominio

a toda la humanidad?

 

Que impotencia

Dios mío

que mal sueño

me viene a agobiar,

quiero andar

y no lo consigo,

refugiarme

y no encuentro abrigo,

que me preste una tregua

y poder descansar.

 


Somos débiles

cual ser recién nacido,

somos frágiles

cual cristal recién pulido.

Y a pesar de esa evidencia

caemos en la imprudencia

buscando solo en la ciencia,

sin pensar en lo Divino.

 

No somos nada

Dios mío.

Nos llenamos de soberbia

sensación que se exacerba

ante cualquier consecución,

sin darnos cuenta

Dios mío

que en tus manos, está

la salvación.

 

Preso está de su ambición,

el ser humano en su torpeza

y en sus ansias de riqueza

sin proyectos de visión,

ha logrado con destreza

provocar desolación.