EL OLIVO
En la profundidad de los
tiempos
allá, por la Europa más
oriental,
surge de forma espontanea
una planta que acebuche
se añade en el santoral.
Olivo noble,
eres capaz en un desierto
con poca agua o sin más,
despertar a cielo abierto
y en un soplo, germinar.
Has dado mi oliva coqueta
sombra a los dioses míticos,
lugar, en el que el Profeta
cuando solo se sentía
llora, gime y se lamenta
de sufrir odiosa afrenta,
y cumplir la profecía.
Te admiro en la soledad
de un jardín de verde césped
que ocupas como único
huésped
henchido en grandiosidad.
Si te haces acompañar
por miles de tus hermanos
marejadas en el mar,
mar de olivos tan ufanos.
Cual soldado que muere en la
lucha
resistes los contratiempos,
si es el agua la que ducha
tus copas con malos vientos
o el frío, el sol, la nieve
o todos los elementos,
solo logran despertar
tu fuerza tan contenida
y nos hace comprobar
que al nacer la primavera
cuando el campo huele a
azahar
y la vida es lo que impera,
te preñas con miles de
flores
que resurgen tras la espera
abanico de colores.
Cual soldado que muere en la
lucha
das fruto hasta la agonía
siendo tantas tus legiones
tan variada y curiosa
tipología,
que hacen de tus misiones
una razón que nos guía.
Picual, hojiblanca,
arbequina
toda una corte de frutos.
Tienes tanta variedad
que surges por cada esquina
y cumples con seriedad
la función que te ilumina.
Manzanilla, cornicabra,
sevillana o gordal
madres todas que han parido
fruto verde que exprimido
corre cual río a la mar.
Cuando tu pelo se hace cano,
cuando tus troncos retuercen
sus ramas
en ultimo esfuerzo que es
vano,
no dudas en entregarte
siendo pasto de las llamas,
dando lugar a un incienso
fragancia de flores que
emanas
llevando por estandarte
misión que tan bien
libraste.
¡Grandeza, que al sol
proclamas!
¡Verde, que sabe a verde
frutal!
¡Verde, que huele a verde
cabal!
¡Oro verde, de la oliva inmortal!