PORTA GAYOLA
Agujero negro que das paso
después de saludos y gratos recuerdos,
a serios momentos
en firmes encuentros,
del hombre y la bestia
que miden talentos.
Cuando caes de rodillas,
te santiguas y suplicas,
que pase el tren por derecho
que haga caso a tu mandato,
que pase bien el fielato
que no te deje maltrecho.
Recibir a puerta gayola,
tiene algo de inconsciente,
la realizan los valientes
en el centro de rodillas,
observando a hurtadillas
que todo el túnel, se hace toro
que el público, se hace coro
al ver que hacia ti se lanza,
¡Recógelo con tu templanza!
El pulso se te acelera
la boca se te reseca,
esperas que te obedezca
que no te arrolle en la arena,
y sueñas con un buen pase,
¡Que truene la plaza entera!
Al verlo venir, despliegas tu capote
lo pasas junto a tu lado
resopla el bicho, y en su trote,
dobla, y sigue lo marcado.
Te levantas,
te reanimas,
cambias la tez y la semblanza,
y ahora con más templanza
abierto el compás,
llamándolo una vez más
das lances, con fiel balanza.
Notas al viento
que en movimiento,
convierten la pugna, en pauta armónica.
Trazos que salen de mano experta
que expresan sin dudas, lo grande en la fiesta.
Cuando indicas con dulzura
camino a seguir,
impávida queda tu grácil figura,
pensamientos te vienen de huir.
Se revuelve, corta el viaje
echa las manos, van por delante
quiere romper, desgarrar el capote.
Capote que lleva prendido, que marca la ruta
de aquél que acomete con tanta bravura.
Ya está el toro fijado,
quiere adornarse el torero
saca hacia el centro al astado,
solos los dos, y el albero.
Escucha torito bueno,
quiero que embistas sin freno,
que acudas al trapo,
que saques nobleza,
que bajes la testa sin dar cabezazos,
que uses la trampa,
que ciñas mi estampa
sin más muletazos,
que suenen las palmas
que griten las almas
mi nombre, torero.
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