RECUERDOS DE MI NIÑEZ
Desde que naces la lucha
un
hogar donde vivir
una
familia que escucha
el
llanto que anuncia el sentir,
del
que a la cola se apunta
tratando
de conseguir,
un
espacio si se junta
a
los que logran salir.
Aunque
me voy no me voy
aunque
me voy no lo siento,
siempre
dije lo que soy
palabras
que lleva el viento.
Recuerdos
de mi niñez
pensamientos
añejos,
terrenos
por recorrer
soñando
en hacernos viejos.
Que
largos pasaban los días
monótonos
tiempos de antaño,
un
aro, con un solo guía
tesoro
cual oro en un paño.
Tan
solo nos conformábamos
con
un carretón como coche,
una
peonza a colores,
unas
canicas de barro,
o
una pollera por broche.
Eran
tiempos de austeridad
de
respeto ante una sola mirada,
un
asiento cedido a la edad
una
puerta entreabierta, dejaba
paso
a una fuerza domada
que
era norma de aquella camada
fruto
y semilla de la posteridad.
Aunque
me voy no me voy
guardame
en tu pensamiento,
y
cual si fuera un sacramento
todo
mi amor te lo doy.
Recuerdos
y más recuerdos te vienen a la memoria
de
aquellos años felices (compartidos), son la historia.
Casona
con patio en el centro
donde
las plantas cantaban
reflejo
que desde dentro
sus
gentes las contemplaban
un
cálido ambiente, un hogar que lo formaban
nueve
Torres de Navarra y una Segovia lozana.
Aunque
me voy no me voy
y
quiero que con el tiempo
se
haga justicia y presiento
me
sigas siempre queriendo
y
así seguir donde estoy.
Una
simple mirada era entendida
mejor
que todos los libros de urbanidad
no
hacia falta meter la mano en la herida
pues
todo era posible, gracias a la credulidad
una
norma que daba por hecho
un
respeto profundo a la ancianidad
denostando
polémica al uso
para
no desbancar la cordialidad.
Aunque
me voy no me voy
que
me espere el firmamento
que
quiero contar un cuento
y
mañana seguir como hoy.
Había
siempre unas cuantas normas
que
eran precepto de respetar
la
razón siempre a los ancianos
las
exigencias de los mayores, no se discutían
antes
de comer, lavarse bien las manos
limpiarse
bien la boca, cuando del vaso bebían.
Si
era padre quien cogía la palabra
una
breve inclinación de cabeza, asentía lo que hablaba
dando
por hecha ante cualquier situación
que
razones de peso no le faltaban
al
que ocupaba el primer escalón.
Eran
tiempos serenos
de
respeto, bonanza, resignación
donde
solo una voz se escuchaba
cual
si fuera la de un batallón
era
madre, que con gracia mandaba
arengando
a sus tropas, Agustina de Aragón.
Recuerdos
de mi niñez,
pensamientos
añejos
la
sombra de la vejez
nos
hace sentirnos viejos.
¡Aunque
me voy no me voy!
¡Aunque
me voy no me ausento!
¡Aunque
me voy de palabra!
¡No
me voy de pensamiento!