ANDALUCÍA
Ser o no ser Andaluz.
A quien
pregunte responderé
que es algo que va muy dentro,
a lo superfluo condenare
siendo adecuado en cualquier momento
de mis cenizas resurgiré.
Andalucía es:
Pasar la frontera
y que algo recorra
la espalda entera,
con una fuerza que te transforma
capaz de esculpir como una horma.
Andalucía es:
Ese campo de amapolas entre los trigales
una gente que luce como una sota,
ese mar penetrando por los arenales
o esa nota que al aire, brota que brota.
Es, que te tiemble el pulso
cuando a lomos de tu caja torera
conduces a la manada
en pos de la ventolera.
Es el canto del ruiseñor
o el rumiar del cervatillo,
es el sonido del riachuelo
o el volar de un pajarillo.
Es un campo de olivos verdes,
es la saeta desgarradora,
es la copla de la Piquer
el canto de Valderrama,
la fuente donde beber
la gracia de una gitana.
Andalucía es:
El oro de sus espigas
la bruma del campo al amanecer
una lumbre y unas migas.
Un castillo como guardia
de tantas batallas ganadas,
una hamaca en el zaguán
de tantas siestas robadas.
Sus pueblos teñidos de cal
mirando a la mar callada,
parecen estatuas de sal
de una imagen bien tallada.
Andalucía es:
El burro con su arriero
el cante con sus matices
ese barco tan marinero
o el celo de las perdices.
Un piropo como requiebro
un lance que fija al bicho
un adorno entre tu pelo
el huir del entredicho.
Ser o no ser Andaluz.
A quien pregunte responderé
que es la forma de sentirse
caballero y cabal hasta morirse,
a sus hembras en un altar
claveles para ensalzar.
Es la gracia de sus gentes
el calor de una buena lumbre,
un abuelo tomando el sol
al filo de aquella cumbre.
El tocar de los tambores
el silencio en la suerte suprema
el otoño y sus colores
un ascua que sube y se quema.
Es llevar a tu tierra como una mochila
que la sangre te hierva,
que te bulla y te altere al pisar la hierba
de una
tierra que sientes a tu piel unida.
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