martes, 24 de mayo de 2016

MALETILLA


                        MALETILLA


Deja que sueñe despierto, madre
con esa noche de luna clara,
que fue testigo de aquel encuentro
en aquel cercado de tierra brava.

Era yo de niño el que saltaba
al amparo del cielo oscuro
aquella valla que tutelaba
que protegía y que vigilaba, al toro fiero.

Tiritando de miedo y frío, madre
con el capote como sudario
iba buscando entre la maleza
al toro bravo que cual templario
vela las armas de su nobleza.

Ante mis ojos, cual maciste coloso se presentaba
imperturbable mirada la que fijaba
sabedor que era de su poderío.
De mi presencia ante él, ni se inmutaba
cuando mi sombra de luna se reflejaba
como un fantasma, entre las cañas del manso río.

De repente, como un resorte quiso hacer presa
y en un instante ante mi figura
como un ciclón se presentaba.
Contuve la respiración y arme la espada
eché los vuelos de mi muleta
sobre su testa bien amueblada
y cual escena bien ensayada
fui doblegando, sometiendo a la fiera brava.

Soñé, con ese pase que se hace eterno
Soñé que embestía sin descanso
Que la música sonaba en el campo,
Que las palmas rompían el silencio
Que mi nombre junto al de grandes maestros
en el blanco cartel, se venia rotulando.
Soñé, con ese sueño de hombre
que quiere ser sin el esfuerzo
de paso a paso ir fabricando
lo que de niño se va buscando
sin conocer, que la vida es sueño.

¡Dejame soñar despierto, madre!
Dejame que pise el albero,
Que quiero ser figura,
¡Que quiero ser torero!

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